La historia del telo”Cu-cú” llega a México
Por José Luis Denino (josedeni95@gmail.com)
La escritora neuquina Florencia Werchowsky vive por estas horas en tierras mexicanas la intensa sensación de la cuenta regresiva. Su cautivante criatura “El Telo de Papá” será presentada el viernes próximo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Se le abren así nuevas puertas a su novela ficcionada -que describe desde los ojos de niña curiosa- una historia familiar, la de quienes montaron en los `80 el motel Cucú de Allen, primer albergue transitorio de la región.
Lanzado en 2013 y tras su buen impacto en la Argentina, el libro saldrá a la venta en tierras aztecas desde la próxima semana a través de Axial, un sello que publica a autores jóvenes.
Mientras desde Guadalajara proyecta a futuro y no descarta la chance de que su historia se publique en nuevos idiomas y llegue al cine, Florencia brindó a “Río Negro”´, vía mail, unas declaraciones en las que refleja cuáles son sus expectativas y el impacto que originó “El telo de Papá” en los lectores y en su vida .
“Presentar en la Feria del Libro de Guadalajara se me hace un poco como cantar en Viña del Mar”, expresó con muy buen humor. Y no ahorró en adjetivos grandilocuentes para describir la experiencia: “es algo monstruoso, excitante y delicadísimo. Es la feria del libro de habla hispana más grande del mundo y, además, este año Argentina es el país invitado de honor. Va a estar lleno de amigos y colegas, va a ser como un viaje de egresados con performance profesional”.
-¿Hicieron una edición adaptada, con expresiones o giros de ellos?
– El libro sale a la venta recién la semana que viene. La edición local es fiel a la argentina, nada cambió ni se adaptó. Y para mi hubiera sido un horror que eso pasara. Sí tendrá portada del Doctor Alderete, un rockstar de la ilustración en México. La contratapa la escribió Martín Kohan, que va a estar comigo y con Paola Tinoco en la presentación
– ¿Qué significó para tu vida haber entregado esta historia?
-La decisión de convertirse en objeto de autoficción es profunda, drástica e irreversible. Es un cambio de género y de estatus: me transformé en personaje y conmigo arrastré a mi familia. Nos mudamos todos a una casa inventada en un barrio que no existe y vivimos unas aventuras parecidas a las de la vida real, ligera o profundamente trastocadas.
-¿Pero te divierte o te pesa?
-Es divertidísimo y confuso. Escribir el destino ficcional de estos personajes implica el mismo procedimiento narrativo del juego infantil (fui todo lo que quise en la piel plástica de mis Barbies) pero con un guión que me llevó años de trabajo. Aún así resulta mejor que la experiencia de niña, porque es una ficción legitimada por el mundo adulto (le dicen ‘trabajo’) y ya nada me mueve de este lugar, ni siquiera mamá llamándome a comer.
– ¿Qué es Florencia Werchowsky fuera de esta historia que creó?
– Nada extraordinario…
– ¿Y qué significación tiene el Alto Valle en tu vida? . Tu libro suelta muchas imágenes que pintan muy bien la región del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Ahora, a la distancia: ¿hay alguna que extrañas?
– Durante muchos años recorrí las rutas desde el valle a Buenos Aires, ida y vuelta, en todas las estaciones, en colectivos de larga distancia y en coche. Veía las chacras, los frutales, la entrada a General Roca con los ojos llenos de lágrimas de llegada o de partida. Ahora viajo en avión, pura asepsia emocional: te subís a una cabina presurizada y aparecés, una hora después, en el escenario impersonal del aeropuerto. Lo que más extraño es ese contacto real con el recorrido, el espacio para las emociones dado por el espacio territorial.
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